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Un equipo inolvidable que arañó la final


Sin lugar a dudas que la temporada 1992/93 es una de las más recordadas por todos los hinchas de Gimnasia. Esa Liga se estuvo muy cerca de alcanzar la final por primera vez, pero sobre todas las cosas fue inolvidable por el terrible equipo que formó León Najnudel con lo que para muchos fue el mejor quinteto de la historia de la Liga Nacional. Edgard Merchant, Andrew Moten, Sergio Aispurúa, Sebastián Uranga y Mark Landsberger eran los nombres de un inicial inolvidable con el que Gimnasia se propuso darle dura batalla a Atenas y GEPU, los conjuntos que dominaban la Liga en ese momento. Era un equipo muy poco convencional. Merchant y Moten eran los bases aunque ninguno de los dos eran un armador natural que genere juego para sus compañeros. Y después se jugaba con tres internos de los cuales se planificaba que el Vasco sea el que haga las veces de alero, aunque después emparejado con los aleros rivales era el que más atacaba de interno. Con el presupuesto destinado en su mayoría a este quinteto, detrás de ellos venía un grupo de jóvenes que tenía a Claudio Farabello y Alberto Falasconi como principales recambios. Para Uranga ese era un “un equipo que tenía como principal virtud su enorme mentalidad, era un equipo de hombres que iba para adelante en cualquier situación”. Esa mentalidad la comenzaron demostrando en el primer partido de la temporada ganando en la casa del campeón, Atenas, por 102-101 con una terrible noche de Moten que anotó 41 puntos. En las cuatro primeras fechas el pívot extranjero fue Steve Wright pero como no era lo que Najnudel buscaba en su lugar llegó Landsberger. “Estábamos comiendo en Mar del Plata y llega Mark. Todos sabíamos de sus antecedentes, los campeonatos de la NBA, que era suplente de Kareem Abdul-Jabbar y todo eso aunque la verdad que cuando lo vimos entrar a ese grandote, pelado, blanco y ancho no daba la sensación de ser un tipo con muchas condiciones. Si no conocías su historia le decías ‘Ok, ándate’, hasta que abrió la mano y mostró su anillo de campeón de la NBA. Era más grande que la mano ese anillo”, recuerda Uranga sobre el impacto que generó la llegada de Landsberger. Durante la temporada regular el equipo tuvo sus vaivenes sin embargo siempre se mantuvo en el lote de arriba y cerró la Primera Fase en la sexta colocación con 48 puntos (18-12). En la A1 luego de un par de derrotas seguidas en el Socios Fundadores ante Atenas y GEPU (jugado a puertas cerradas por incidentes en el partido con los cordobeses), Gimnasia vio complicada su clasificación entre los cuatros pero como remarcó Uranga “en los momentos críticos el equipo apareció” y con un triunfo ante Santa Paula por 78-68 se metió en el cuarto lugar con récord de 8-6 en la Segunda Fase. En cuartos de final se enfrentó a Sport Club de Cañada de Gómez con ventaja de localía. Para esta serie León decidió frenar al perimetral Willie Glass, goleador de los santafesinos, con la defensa de su pívot Mark Landsberger. De entrada la estrategia dio muchos resultados ya que Glass solamente pudo anotar 10 puntos con muy bajos porcentajes y Gimnasia ganó el primer punto con un cómodo 88-66. El ex Angeles Lakers además fue el máximo anotador con 19 puntos. En el segundo la historia se repitió y ahora el Verde se impuso por 113-99 con 31 de Merchant y 30 de Uranga. Pese a que Glass seguía siendo bien contenido Gimnasia no pudo cerrar la serie en Cañada y la misma volvió a Comodoro para un quinto. Por cuarta temporada consecutiva Gimnasia llegaba al quinto juego de los cuartos de final aunque esta era la primera ocasión en que podía definir como local. La Magia Verde salió decidido a no desaprovechar la chance de abrochar su primera clasificación a semifinales y aplastó a Sport por 121-89 con una tremenda noche de Merchant y Moten que anotaron 38 y 28 tantos respectivamente. En semifinales otra vez en el camino de Gimnasia se encontraría GEPU. El equipo de León no pudo golpear en el arranque de la serie y cayó en suplementario por xx-xx. El punto de inflexión en la serie lo dio en el segundo punto cuando ganó por xx-xx y se robó la localía. La serie se trasladó al Socios Fundadores y en el tercero hubo una clara victoria por xx-xx. Luego de haber controlado esos tres primeros juegos a su ritmo, se presentía que el domingo 2 de mayo de 1993 podía ser una jornada histórica para la institución por su primera clasificación a la final de la Liga Nacional. Desde las primeras horas de la tarde, la gente ya hacía fila para ingresar a la cancha. Sin embargo, esa noche no quedó en la historia del club por el pase a la final y para festejar dicho privilegio se debieron esperar 13 años más. Ese partido y esa fecha quedaron -y probablemente quedarán por muchos años más-en los libros y registros de la Liga Nacional por Andrew Moten que, en la actuación individual más espectacular que se recuerde en nuestra Liga, logró la máxima anotación histórica en un partido con 63 puntos. Es una cifra que realmente llama la atención, aunque sus compañeros Aispurúa y Uranga reconocen que a ellos no los sorprendió porque eran conscientes del terrible poder anotador del norteamericano. “Lo que hizo Moten durante toda la temporada fue tremendo, tenía una escopeta en la mano”, cuenta el Vasco, que esa noche “acompañó” a Moten en el goleo con 14 puntos. Por su parte, el entrerriano Uranga remarca las virtudes del americano: “Muchas veces lo teníamos que frenar por cómo iba para al aro constantemente”. Esa noche, Andrew jugó los 40 minutos y firmó una planilla increíble de 63 puntos con 5-14 en triples, 12-17 en dobles y 24-25 en libres. Además bajó dos rebotes, recuperó tres bolas y dio una tapa. ¿Asistencias? Ninguna, esa noche el pase no era opción. “Pensé que en estos años ya lo habían superado”, confiesa el propio Moten pero a la vez recuerda el partido ante GEPU y el contexto del mismo: “Hice todo lo posible para que Gimnasia ganara, yo sólo quería llevar a mi equipo a las finales”. Gimnasia sufrió con el tándem Juan Espil- Esteban Pérez. El bahiense se destapó con 34 puntos y el “Gallo”-el jugador más regular de GEPU en la serie- lo hizo con otros 35 para que los de San Luis se quedaran con la victoria por 113-109. Uno de los factores por los que se dominaba la serie había sido la pobre actuación de Espil, que en los primeros tres juegos acumuló 0-19 en triples, una marca irreconocible en un tirador de sus pergaminos. “Para nosotros, Gimnasia fue el rival más duro del camino al campeonato, nosotros estábamos mal y sufríamos en el juego porque Espil, de tremenda temporada, no encontraba el aro”, rememora Rafael Costa (base de GEPU) sobre esos primeros juegos de la llave. La anécdota ya muy conocida cuenta que Espil encontró el aro en la serie luego de que antes del cuarto partido, el “Gallo” le orinara la mano la derecha para cortar la mala racha. La brujería funcionó a la perfección para destrabar la cabeza del bahiense y, en dicho juego, entre los dos tiradores hicieron estragos en la defensa de Gimnasia para que antes del final del primer tiempo, GEPU llegara a sacar 23 de ventaja (48-25) y sorprendiera a los más de 3.000 comodorenses que colmaron el Socios Fundadores. En esa primera mitad, Moten estuvo muy contenido, con 11 unidades (3-5 en triples y 1-1 en dobles); su show llegó en el segundo tiempo. En los primeros minutos de la segunda mitad Najnudel pidió un tiempo muerto que Uranga aún recuerda como si el partido hubiera sido ayer: “León dijo ‘así no lo vamos a ganar, hay que pudrir el partido’. Eso quería decir que debíamos cambiar nuestro juego por un ritmo más vertiginoso al que no estábamos acostumbrados, pero con Andrew y Merchant teníamos dos jugadores para hacerlo”. “Había que sacarlos del orden con un juego de mayor vértigo y Andrew, que tenía mucho corazón y amor propio, tomó la lanza”, agrega Enrique Tolcachier, asistente de León Najnudel en ese momento, para tratar de buscar algún tipo de explicación a lo que hizo Moten a continuación. Penetrando hasta la pintura y desafiando a los grandotes de GEPU, tirando de tres puntos y mostrando una efectividad asombrosa en libres, Andrew fue una máquina de anotar, que en sólo 20 minutos consiguió la escalofriante cifra de 52 puntos. Si los 63 tantos parecen imposibles de superar, qué podemos decir de los 52 conseguidos en un tiempo de 20 minutos; es decir que anotaba 2,6 puntos cada 60 segundos. Para llegar a esta marca inigualable fue vital que Moten siguiera los consejos de León y Tolcachier, que le marcaron que cada vez que le hicieran una falta, inmediatamente tirara o hiciera el gesto de lanzamiento igual para poder sacar libres. Desde la línea, esa noche embocó 24 de 25. En el intento por frenarlo, en GEPU desfilaron al banco por infracciones los bases Gustavo Fernández y Costa, por lo que tuvo que cerrar como armador un joven Héctor Paúl Minzer, que en cuatro minutos cometió sus cinco faltas y ni siquiera pudo llegar al final del juego. Gimnasia también fue perdiendo a sus soldados y cerró el partido en cancha con Oscar Chiaramello, Mario Bellido, Alberto Falasconi y Rodolfo Juárez. “Sacábamos, le dábamos la pelota a Andrew y él hacía el resto”, simplifica “Pitu” Juárez esos minutos finales que el equipo fue más “Deportivo Moten” que nunca. Unos instantes antes, el Verde había llegado a estar dos puntos abajo, 97-99, con 2’31’’ por jugar. Sin embargo, en esos momentos, el “Gallo” Pérez con un par de triples (siete en total) y Espil, desde la línea, aguantaron la embestida del local, para que GEPU terminara quedándose con el triunfo por 113-109 y opacara la brillante noche del ex jugador de Florida Gators. “Nunca más logre una anotación parecida, fue el mejor partido de mi carrera”, cuenta Moten, pero a la vez reconoce con total dolor que no lo pudo disfrutar: “Tras la derrota estaba muy triste y desilusionado porque habíamos perdido una gran chance de ir a la final”. Y fue nomás la gran chance que perdió Gimnasia para ir a la final. El quinto fue un juego parejo pero GEPU siempre estuvo al frente en el marcador y en los minutos finales aprovechó el desgaste físico de Gimnasia para ganar por 84-69 y transformarse por tercer año consecutivo en nuestro verdugo. “El dolor fue realmente grande. La locura que había en toda la ciudad era extrema y haberle podido entregarle una final a la gente hubiera sido muy lindo”, cuenta Uranga que en esa serie cerró su exitoso ciclo en Gimnasia.

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